frases jesus

Frases Jesús

Índice del artículo

¿ Quien fue Jesús de Nazaret ?

Jesucristo ha  sido y será uno de los hombres más  influyentes de la historia de la humanidad. Lo que él predico mientras vivía fue un ejemplo para todos los habitantes de la tierra, se transformó después de su muerte dando lugar a una nueva religión, que se extendió por todo el mundo occidental, la cual a través de la evangelización que llevo a cabo la Iglesia Católica.

Semana Santa

La Semana Santa conmemora la Pasión de Jesucristo y sus años como predicador y como líder espiritual.

La importancia de los Evangelios

La biografía de Jesúcristo nos llegó a través de los evangelios, los libros sagrados escritos por los apóstoles y por aquellos cercanos a Jesucristo y  que dieron todo de su parte para informarse y escribir sobre su vida. En estas escrituras se describe a Jesús de Nazaret como un hombre de paz y alejado de la violencia humana, una característica bastante común en los años de la dominación Romana.

Algunas de las más famosas frases de Jesús

Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.

Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues y aprended lo que significa: misericordia quiero y no sacrificio.

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. …y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.

También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y a los que te son enviados!.

Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de vida eterna.

Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Hay más dicha en dar que en recibir.

Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.

Acumula tesoros en el cielo donde las cosas no pierden valor. Pues donde esté tu tesoro, ahí también estará tu corazón.

Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Yo soy el pan de vida. El que venga a mi, no tendrá hambre. El que crea en mi no tendrá nunca sed.

No se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.

Pues no hay nada escondido que no será revelado, y no hay nada oculto que quedará sin ser descubierto.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

Porque el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Dejen que los niños vengan a mí, y no los estorben, porque el reino de los cielos es de los que son como ellos.

El que quiera ser mi discípulo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme.

Entonces te digo, pregunta y te será dado; Busca y lo encontrarás; toca, y la puerta se abrirá para ti.

Deje que el que está entre ustedes que está sin pecado sea el primero en arrojar una piedra.

Bienaventurados los misericordiosos, porque se les mostrará misericordia.

Porque ¿de qué le aprovechará al hombre si gana el mundo entero y sufre la pérdida de su alma?.

Yo soy el camino, la verdad, y la Vida. Nadie viene al Padre sino a través de mí.

Porque los que se enaltecen serán humillados, y los que se humillan serán enaltecidos.

Bienaventurados los que son perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino a través de mí.

Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria mía.

Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres.

Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin.

Y otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de los Cielos.

El reino de los cielos está dentro de vosotros.

No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos vosotros.