¿Te sientes solo?,
Nuestro señor siempre está para aquellos que buscan el amor y sabiduría de Dios, por eso vamos a repasar esta lectura que te traemos el día de hoy.
Además, una poderosa oración para pedir en esos caso difíciles y bastantes urgentes, ¿Preparado?, comenzamos.
Índice del artículo
¿Cómo servir al Señor?
¿Te resulta fácil servir a Dios?… Jesús no dijo que iba a ser fácil. La noche antes de que lo mataran, les explicó a sus apóstoles: “Si el mundo los odia, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a ustedes” (Juan 15:18).
Pedro dijo con orgullo que nunca abandonaría a Jesús. Sin embargo, Jesús contestó que aquella misma noche Pedro diría tres veces que ni siquiera lo conocía. Y eso fue exactamente lo que pasó (Mateo 26.31-35, 69-75).
¿Cómo pudo ocurrir algo así?… Ocurrió porque Pedro y los demás apóstoles tuvieron miedo.
¿Sabes por qué tuvieron miedo?… Porque no hicieron algo muy importante. Si averiguamos qué es, podremos servir a Dios sin importar lo que otros nos digan o hagan. Para empezar, analicemos lo que sucedió la última noche que Jesús pasó con sus apóstoles.
En primer lugar, celebraron juntos la Pascua, que era una cena especial que se hacía una vez al año para recordarle al pueblo judío que Dios los había liberado de la esclavitud en Egipto. A continuación, Jesús celebró por primera vez con sus apóstoles otra cena especial.
Cuando terminaron de cenar, Jesús dijo unas palabras para animar a sus apóstoles y los llevó al jardín de Getsemaní, que era un lugar donde les gustaba reunirse.
Al llegar al jardín, Jesús se fue a un lugar solitario para orar. También les pidió a Pedro, Santiago y Juan que oraran, pero ellos se quedaron dormidos.
En tres ocasiones, Jesús se alejó para orar, y cada vez que volvía, encontraba a Pedro y a los demás durmiendo (Mateo 26:36-47).
¿Sabes por qué deberían haberse quedado despiertos para orar?… Vamos a ver la razón.
Judas Iscariote había celebrado la Pascua con Jesús y los otros apóstoles esa misma noche. Quizás recuerdes que Judas se había hecho ladrón, pero ahora, además, se convertiría en traidor.
Él sabía en qué lugar del jardín de Getsemaní se reunía Jesús con sus apóstoles, así que llevó a los soldados allí para que arrestaran al Gran Maestro. Al verlos, Jesús les preguntó: “¿A quién buscan?”.
Los soldados contestaron: “A Jesús”. Él no tenía miedo, de modo que les dijo: “Soy yo”. Los soldados se asombraron tanto del valor de Jesús que retrocedieron y cayeron al suelo. Jesús les dijo entonces: “Si es a mí a quien buscan, dejen ir a mis apóstoles” (Juan 18:1-9).
Cuando los soldados arrestaron a Jesús y le ataron las manos, los apóstoles se asustaron y huyeron. Pero Pedro y Juan querían saber qué pasaría con Jesús, así que lo siguieron de lejos.
Finalmente, Jesús fue llevado a la casa de Caifás, el sumo sacerdote. Como Juan conocía al sumo sacerdote, la portera dejó que él y Pedro entraran en el patio.
Los sacerdotes ya se habían reunido en casa de Caifás para celebrar el juicio. Querían dar muerte a Jesús, de manera que trajeron testigos que dijeron mentiras sobre él.
Además, la gente le empezó a dar puñetazos y bofetadas. Mientras sucedía todo aquello, Pedro estaba por allí cerca.
Una sirvienta joven, la portera que había dejado entrar a Pedro y Juan, se fijó en Pedro y le dijo: “¡Tú también estabas con Jesús!”.
Pero él contestó que ni siquiera lo conocía. Poco después, otra muchacha reconoció a Pedro y dijo a los que se encontraban allí: “Este hombre estaba con Jesús”. Pedro volvió a negarlo.
Un poco más tarde, algunas personas lo vieron y le dijeron: “Ciertamente tú también eres uno de ellos”. Pedro lo negó por tercera vez, con estas palabras: “¡No conozco al hombre!”. Hasta juró que decía la verdad. En ese momento, Jesús se dio la vuelta y lo miró (Mateo 26:57-75; Lucas 22:54-62; Juan 18:15-27).
¿Sabes por qué mintió Pedro?… Porque tenía miedo. Pero ¿por qué tenía miedo? ¿Hubo algo que no hizo y que le hubiera dado valor? Piensa en esto: ¿qué había hecho Jesús para no sentir temor?…
Él oró a Dios, y Dios le ayudó a tener valor. Recuerda también que Jesús le había dicho a Pedro tres veces que se mantuviera despierto y alerta. Pero ¿qué ocurrió?…
En todas las ocasiones, Pedro se quedó dormido. No oró ni se mantuvo alerta. Por eso, el arresto de Jesús lo tomó por sorpresa.
Durante el juicio, Pedro se asustó al ver que golpeaban a Jesús y planeaban su muerte. Pero unas pocas horas antes, ¿qué les había dicho Jesús a sus apóstoles sobre cómo los trataría el mundo?… Les había dicho que el mundo los odiaría, igual que lo había odiado a él.
Vamos a pensar en una situación parecida a la de Pedro en la que podríamos encontrarnos nosotros. Imagínate que estás en clase y otros empiezan a criticar a las personas que no saludan la bandera o no celebran la Navidad.
De repente, alguien se vuelve hacia ti y te pregunta: “¿Es cierto que tú no saludas la bandera?”. O pudieran decirte: “Nos han contado que ni siquiera celebras la Navidad”. ¿Te daría miedo decir la verdad?… ¿Sentirás la tentación de mentir, como hizo Pedro?…
Pedro se puso muy triste después de negar que conocía a Jesús. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, salió afuera y lloró. Así es, Pedro volvió con Jesús (Lucas 22:32). Entonces, ¿qué piensas que nos ayudará a no estar tan asustados que nos portemos igual que Pedro?… Recuerda que él no oró ni se mantuvo alerta. Por lo tanto, ¿qué dirías que debemos hacer para ser seguidores del Gran Maestro?…
Sin duda, tenemos que orar a Jehová pidiéndole su ayuda. Cuando Jesús oró, ¿sabes qué hizo Dios por él?… Envió a un ángel para que le diera fuerzas (Lucas 22:43).
¿Pueden ayudarnos a nosotros los ángeles de Dios?… La Biblia dice: “El ángel de Dios está acampando todo en derredor de los que le temen, y los libra” (Salmo 34:7).
Pero para recibir la ayuda de Dios, no basta con pedirla en oración. ¿Sabes qué más hay que hacer?… Jesús les dijo a sus seguidores que se mantuvieran despiertos y alerta. ¿Cómo crees que podemos hacerlo?…
Tenemos que prestar atención a lo que se dice en las reuniones cristianas y a lo que leemos en la Biblia.
Además, debemos orar a Dios a menudo y pedirle que nos ayude a ser sus siervos. Si lo hacemos, él nos dará la ayuda necesaria para vencer el miedo.
Entonces nos sentiremos felices cuando se presenten oportunidades de hablar a otras personas de Jesús y de su Padre.
Oración:
“No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradar, mean mucho, basta, que me ames con fervor, háblame. Pues aquí, sencillamente como hablarías a tu madre a tu hermano necesitas hacerme en favor de alguien, una súplica tiene su nombre, bien seas de tus padres o el de tus hijos, viene el de tus hermanos y amigos, dime enseguida, qué quisieras que hiciese actualmente por ellos, pide mucho, mucho no vaciles en pedir, me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender a las necesidades ajenas.
Háblame así con sencillez es de los pobres, a quienes quisieras consolar de los enfermos, a quienes ves padecer de los extraviados que anhelas volver al buen camino de los amigos ausentes, que quisieras ver otra vez a tu lado, dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosas, recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón humano y no ha de salir del corazón, el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama y para ti, necesitas alguna gracia, hazme si quieres como una lista de tus necesidades y ven, léela en mi presencia y me francamente que sientes soberbia amor a la sensualidad, envidia, que eres tal vez segovistas inconstante, negligente, perezosos o tal vez juzgas muy fácilmente a los demás o habla sin caridad de ellos y pídeme luego que venga en la ayuda de los esfuerzos pocos.
Son muchos que haces para quitar de ti tales males, no te avergüences, pobre alma en el cielo, hay tantos justos, tantos santos de primer orden que en su momento tuvieron esos mismos efectos pero rogaron con humildad y poco a poco se vieron libres de ellos, menos aún fáciles en pedirme bienes espirituales y corporales, salud, memoria y amor, amistades que te sean provechosas paciencia, alegría, éxito en tus trabajos, en tus negocios o en tus estudios, todo eso puedo darte y lo voy libremente y deseo que me lo pidas siempre y cuando no se oponga antes bien favorezca y ayude a tu santificación hoy.
Por hoy qué necesitas qué puedo hacer por ti, si supieras cuántos deseos tengo de favorecer, traes ahora mismo entre manos algún proyecto cuéntamelo, cuéntamelo todo, minuciosamente quiero saberlo, quiero saberlo de ti qué te preocupa, qué piensas, qué deseas,hay algo que quieres que haga por tu hermano, por un amigo, por tu jefe que desearías poder hacer tú por ellos y por mí, no sientes deseos de mi gloria, no quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos a tus amigos, a quienes amas mucho y que viven quizás olvidados en mil, dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo, dime si te sale mal tu empresa y yo te diré las causas del mal éxito.
No quisieras que me interese algo en tu favor y un niño, soy dueño de los corazones y dulcemente, los llevo sin perjuicio de su libertad a donde me plazas, sientes acaso tristeza o mal humor cuéntame todo, pobre alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores, quién te hirió, quién lastimó tu amor propio, quién te ha despreciado, acércate a mi corazón que tiene bálsamo eficaz para curar todas las heridas del tuyo, dame cuenta de todo, dame cuenta de todo y acabarás en breve por decirme que a semejanza de mí, todo lo perdonará, todo lo olvidarás y en pago recibirás mi consoladora bendición.
Temes por tu destino, sientes en tu alma, vagas melancolías que no por ser infundadas dejan de ser apremiantes échate en brazos de mi providencias contigo estoy yo aquí a tu lado me tienes todo, lo veo todo lo hijo en ningún momento te desamparo, sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien y ahora olvidada se aleja ante ti sin que les hayas hecho nada, sin haberles dado un motivo, ruega por ellas y yo las volveré a tu lado si no han de ser obstáculos a tu santificación y no tienes tal vez alguna alegría que comunicarme porque no me haces partícipe de ella.
Como un buen amigo, cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste ha consolado y hecho como sonreír tu corazón, quizás has tenido una agradable sorpresa, quizás has visto disiparse algún temor o algún recelo quizás has recibido buenas noticias, alguna carta o muestra de cariño, tal vez has vencido alguna dificultad o ha salido de algún trance apurado, obra mía, es todo eso y yo te lo he proporcionado porque no has de manifestarme por ello tu gratitud y decirme sencillamente como un hijo a un padre, gracias padre mío, gracias. El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios porque el bienhechor le gusta verse correspondido, tienes alguna promesa que hacerme, leo ya lo sabes en el fondo de tu corazón a los hombres se les engaña fácilmente pero adiós o no háblame pues con toda sinceridad tienes firme resolución de no exponerte, llamas a aquella ocasión de pecado de privarte de aquel objeto que te dañó de no leer más aquel libro que exaltó tu imaginación de no tratar más a aquella persona que tuvo la paz de tu alma.
Volverás a ser dulce, amable, condescendiente con aquella otra a quien por haberte faltado, has mirado hasta hoy como un enemigo, ahora bien, hijo mío, vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio, pero no olvides los 15 minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos en la soledad del santuario, guarda en cuanto puedas silencios modestia recogimiento, resignación caridad con el prójimo. Ama a mi madre que también lo es tuya, la virgen santísimo y vuelve otra vez mañana con el corazón más amorosos, más entregado a mis servicios, en mi corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios y nuevos consuelos”.
Versículo del Día:
Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,Amen.